Cambiando de opinión


Hace años, aún era yo joven y lozana, estuve en un concierto de rock en el que, como cabeza de lista, tocaba Extremoduro.

Me acuerdo que en pleno agosto estábamos a 2 grados, lo que tienen los pueblos de montaña, y claro, hacía frío para exportar.

Inciso (cómo me gusta esta palabra). El concierto fue en Balmaseda (Bizkaia), si no lo conocéis no sé a qué estáis esperando. El mercado medieval espectacular, el concurso de putxeras, buf…

Balmaseda, ciudad medieval. No sé de quién es la foto, si lo sabéis me lo decís para los créditos

Al lío.

El Rober salió, ovación, se fue, ay madre (eran sus años más duros), volvió con un gorro de piel con orejeras, ovación.

Habló del frío que hacía, empezó a cantar, se volvió a ir, regresó sin gorro…

No recuerdo si, al final, terminó con gorro o sin él, sólo que dijo «me gusta cambiar de opinión» (o algo similar).

Y eso he hecho. Sí señorXs. Me he dado el lujazo de cambiar de opinión.

Dejar algunas cosas en el cajón de los «ya veremos» y otras, directamente, han ido a la papelera.

Os cuento.

La semana pasada hablaba de que había escrito una visión a 10 años para que guiara mis acciones a medio y corto plazo.

Si no sabes de que hablo, AQUÍ tienes el enlace.

Continúo.

Visión a 10 años, etc.

Pues parece ser que, esa visión, contenía cosas que quería hace cinco años, pero que, ahora mismo, no quiero, no me interesan o no me apetecen.

Así que, me he percatado que esa visión no era una visión propiamente dicha, sino un cúmulo de metas y propósitos.

Nada de malo, salvo que las metas y propósitos, por regla general, no son una buena guía a largo plazo.

Las metas y propósitos pueden y deben cambiar con los años.

Pueden porque a lo largo de los años vamos cambiando, menos mal, y por tanto, ya no son útiles para guiar nuestra vida.

Deben porque las vamos alcanzando y, como consecuencia, se van ampliando.

Conclusión, esta primera semana ha sido una semana muy reveladora.

Me he dado cuenta de que no soy quien era, de que he cambiado y que, por tanto, tengo que soltar las cosas que me están quitando tiempo y energía de lo importante.

Si queremos tener una vida diferente a la que tenemos, no podemos seguir haciendo las mismas cosas y, seguramente, ni tan siquiera queremos ya esas cosas.

¿Por qué continuar encadenados a alguien que ya no somos y que, además, tampoco queremos ser en el futuro?

Suele ser por miedo, pero eso es otro tema.

Los seres humanos tenemos libre albedrío, pero parece que entre las obligaciones diarias se nos ha olvidado.

Yo, esta semana, he decidido romper la cadena que me unían a mis deseos del pasado, a mis apegos. Darles las gracias y ¡adiós!, ciao!, good bye!

Una nueva y renovada visión a 10 años.

Una visión que me hace decir ¡qué guay!.

Una visión que, realmente, me empuja a hacer, a esforzarme, a moverme, a sacar fuerza de voluntad de donde parecía que no quedaba.

De esto último hablaré próximamente.

Porque, aunque ya esté muy dicho, en este momento, sólo tenemos una vida, así que, a disfrutar.

Chim Pum.


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