Resiliente o no resiliente


Esta no es la entrada que iba a publicarse hoy, me parecía demasiado intensa para la conjunción Júpiter Urano en Tauro.

No pienso explicarla, la conjunción, que esto no es un blog de astrología, si a alguien le interesa saber, que rebusque en Google.

Bien, pues aquí estoy volviendo a empezar, que no se diga.

Estas últimas semanas he estado hablando de la Sombra y de cómo nos afecta de una manera u otra (aquí la última entrada por si te la perdiste).

La verdad que es un tema apasionante y, cuánto más investigas y aprendes sobre él, más interesante me parece, pero, de momento, vamos a dejarlo aparcado.

Volverá, como Terminator, no tengáis dudas.

Estas semanas he estado leyendo un montón y ha habido un tema que me ha llamado la atención: la resiliencia.

Tenemos que ir al siglo pasado para remontarnos a los inicios del uso de este término en ciencias sociales, por lo visto, ya se utilizaba en física con anterioridad (esto lo tengo que bichear yo).

Un tal John Bowlby empezó a usar este término para referirse a la capacidad de los seres humanos para superar situaciones adversas, sobreponerse al dolor e incluso salir fortalecido de aquellas.

¿Todo el mundo es resiliente? No.

¿Todo el mundo puede ser resiliente? .

Buenas noticias entonces.

Ya puedes comportarte como el/la mayor Drama King/Queen de la historia que, con un poco de trabajo y un buena guía, ¡Tachán! Ya estás al mando.

A ver, que ser resiliente no significa que todo te vaya a ir siempre guay ¿eh? Cosas malas pasan siempre. Lo bueno será que las afrontarás de diferente manera y, puede, que al final no sean tan malas.

Ejemplo para ilustrar. 

Te echan del curro ese que odias y aprovechas para hacer unos cursos de reciclaje y consigues un trabajo mucho mejor, con más sueldito y mejor horario. Y, encima, la jefa es hasta maja. Chim pum.

Bastante más diferente que si te echan del curro y te dedicas a llorar en el sofá comiendo donuts y maldiciendo tu suerte. 

  • ¿Por qué todo me tiene que pasar a mí? Buaaaaaaaa.

En fin. Continúo.

Las personas resilientes tienen unas cualidades determinadas que son las que se pueden ir trabajando y mejorando, aunque esto último lo dejo para otro rato.

Voy a copiarlas tal cual del tirón y, luego, ya me paro en cada una. La lista es de este blog de psicología, por si queréis profundizar un poco más.

  1. Autoconocimiento y autoestima
  2. Empatía
  3. Autonomía
  4. Enfoque positivo ante la adversidad
  5. Conciencia del presente y optimismo
  6. Flexibilidad y perseverancia
  7. Sociabilidad
  8. Tolerancia a la incertidumbre.

Creo que sólo por el nombre, ya puedes saber qué tal vas en cada una de ellas.

  • Autoconocimiento y autoestima.

Está claro que cuánto más te conozcas y conozcas, no sólo cuáles son tus fortalezas, sino también del pie que cojeas, mejor podrás reaccionar ante situaciones adversas. Lo mismo con la autoestima, si sabes lo que vales, no te lo tomarás como algo personal y además sabrás pedir ayuda.

Quieres hacer el curso de reciclaje para ese curro mejor, pero es online y sabes que si no tienes clases presenciales no serás tan constante, pues pides ayuda a algún amiguete para que te examine de vez en cuando y te eche la bronca si fuera necesario.

Yo puedo darte una tabarra importante, hasta con la chancla amenazo y sí, lo digo por vosotros.

  • Empatía.

      La empatía es la capacidad de ponernos en el sitio del otro, así que, si pasa algo que nos altera emocionalmente, podemos controlarlo mejor porque podemos entender por qué ha pasado, estemos de acuerdo o no.

      En vez de ponernos a chillar como borricos buscaremos soluciones que acerquen posturas y, si no es posible, al resto de cualidades me remito.

      • Autonomía.

      La capacidad para no conformarnos e influir en lo que nos pasa alrededor. Nada es un castigo divino. 

      Al toro, por los cuerno.

      • El afrontamiento de la adversidad.

      Parece ser que, si somos capaces de sacar el lado positivo y/o reírnos de la adversidad, será más fácil superar situaciones dolorosas y difíciles.

      Por lo visto, cuando nos reímos nos relajamos y cuando nos relajamos vemos soluciones o caminos diferente.

      Tampoco empecemos a ir a los tanatorios con una pandereta eh, pero está claro que el dolor es menos intenso si nos acordamos de las cosas divertidas o graciosas que el difunto hacía o decía.

      Supongo que pensar que aprovechó la vida a tope es un gran consuelo.

      • Conciencia del presente y optimismo.

      Vive aquí y ahora, el pasado ya pasó y el futuro ya se verá. No quiere decir que te gastes todos tus ahorros en un viaje a las Maldivas, pero sí que te relajes y disfrutes del momento.

      Los pequeños placeres de la vida que se dice, como una cervecita al sol con un buen libro…

      • Flexibilidad y perseverancia.

      Ser flexible para adaptarse a los cambios, sin pataletas tipo “yo quería que fuera así”, que las cosas cambian, no pasa nada, nos adaptamos y seguimos. Perseveramos.

      • Sociabilidad

      Cuánto más sociable, mayor red de apoyo. Tener buenos amiguis a los que acudir cuando pasa algo malo es fundamental.

      No sólo te darán su apoyo, sino que podréis reíros un rato y buscar soluciones juntos. ¿Qué más se puede pedir?

      • Tolerancia a la frustración y a la incertidumbre.

      Pues eso, sé flexible y no te encabezones con las cositas.

      Otros autores también incluyen la creatividad, muy importante para buscar soluciones alternativas o dar salida a nuestras emociones.

      Pero, creo que por hoy ya es suficiente. El próximo día seguiré con el tema que me parece importante e interesante para llevar una vida más alegre y relajada.

      ¡Hasta la semana que viene!

      Chaíto.

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